Cómo iluminar el dormitorio para conseguir un descanso ideal
«¿Has pensado alguna vez que la iluminación del dormitorio puede afectar al sueño?»
El sueño, sin duda, es una de las actividades más influyentes en el estado de bienestar de una persona. Va mucho más allá de que, si no dormimos bien, podamos tener sueño o no. Afecta de manera directa a la salud.
Los seres humanos estamos programados para levantarnos con el sol y acostarnos cuando anochece. Pero, la mayoría de veces, esos ciclos no coinciden con nuestros horarios, y esto provoca que descansemos mal y nuestro rendimiento sea menor, además de tener consecuencias negativas en nuestro estado de ánimo.
Cuando dormimos producimos una hormona que se llama melatonina y que nos ayuda en los ciclos naturales del suelo. Se encarga de regular nuestro reloj biológico y se ve directamente afectada por la luz: provoca sueño por la noche –cuando no hay luz– y nos hace despertar cuando hay más luminosidad. Según un estudio de La Revista de Endocrinología Clínica y Metabolismo (The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, en inglés), “en comparación con la luz tenue, la exposición a la luz en la habitación antes de acostarse suprime la melatonina, afectando al sueño, la termorregulación, la presión arterial y la autorregulación de la glucosa”.
CUÁL ES LA ILUMINACIÓN ADECUADA PARA EL DORMITORIO
Una vez leído esto, no tendrás duda de la importancia que puede llegar a tener el tipo de iluminación que elijamos para nuestro dormitorio.
Como generalidad podemos decir que, el dormitorio, no precisa una luz cenital, salvo si se trata de una habitación infantil o lugar de juegos, donde entonces sí conviene iluminar la estancia de formar general desde el techo. Se puede conjugar la iluminación ambiental con la que se decora la estancia, la luz puntual de un flexo para leer y focos halógenos en la zona de armario o el vestidor.
Si queremos centrar la iluminación en un dormitorio que utilizamos exclusivamente para dormir, lo ideal es colocar bombillas que proporcionen una luz cálida, es decir, de unos 2.800 grados Kelvin. Ponlas, al menos, en las lámparas situadas en la mesita de noche, ya sean de sobremesa o colgantes. Otra opción son las bombillas LED dimmables, que permiten regular la potencia de la bombilla, pudiendo adaptar su intensidad según la actividad que estés realizando. Las que cambian de color también te permitirán ajustar la temperatura de la luz, ideal para quienes realizan otras actividades en el dormitorio. Y si tu casa está domotizada, puedes configurarlas según los horarios para que den un tipo de luz u otra.
Y, que no queda duda, elimina todo elemento electrónico de tu dormitorio. La luz azul que emiten reduce la serotonina y afecta a nuestro ritmo circadiano, afectando a nuestro ciclo de sueño.
La iluminación en un dormitorio es un aspecto clave para crear un ambiente cómodo y acogedor. Es importante elegir lámparas y bombillas adecuadas para evitar la fatiga visual y proporcionar la cantidad de luz necesaria para cada actividad.